La crianza del vino es una etapa importante y que debe cuidarse al detalle. Por regla general, se emplean barricas de roble para dar unas características determinadas al producto final. Así, el envejecimiento se lleva a cabo en unas condiciones controladas, pero la madera del roble no es el único material que se usa. Existen otros que debes conocer.

¿Por qué se utiliza tanto la madera de roble en Bastión y su Denominación de Origen?

Antes de ver las alternativas al roble, es relevante que comprendas el porqué de que su uso esté tan extendido. Una de las razones principales es su capacidad para influir en el perfil aromático y de sabor de la bebida. Las barricas de esta madera liberan taninos, ligninas y compuestos fenólicos durante la crianza, lo que agrega una complejidad y profundidad distintivas.

Además de los sabores y aromas, el roble garantiza una oxigenación controlada. A través de los poros de la madera, el oxígeno entra, poco a poco, en la barrica y el líquido. Esto ayuda a suavizar los taninos y estabilizar el color, a la vez que permite una evolución gradual y armoniosa, según pasa el tiempo, del líquido.

El roble también contribuye a la estructura y textura. Los taninos que aporta interactúan con los propios de esta bebida, algo que influye en la sensación que posteriormente tendrás en boca y la longevidad del producto. Asimismo, las interacciones químicas entre los componentes del líquido y los de la madera viene bien para equilibrar la acidez y realzar los sabores.

Por último, la elección del tipo de roble (americano, francés, húngaro, etc.) y el grado de tostado de las barricas también juegan un papel importante en la crianza. Cada uno aporta diferentes sabores y características, que variarán en función de lo que busca la bodega. Así, estas disponen de un amplio margen para desarrollar un producto único y con una personalidad propia, como ocurre con la marca Bastión.

Las principales alternativas al roble en el mundo vitícola

A la hora de buscar una crianza distinta, se ha recurrido a diferentes materiales. El objetivo sigue siendo el mismo que con el roble: desarrollar unas determinadas características del caldo. Gracias a la experimentación y al afán innovador, se han conseguido grandes resultados.

Acero inoxidable para la crianza

El acero inoxidable es un metal empleado en el envejecimiento de determinados tipos de vinos. Los blancos y los tintos jóvenes son dos buenos ejemplos, los cuales se crían en tanques. Esto permite que conserven una mayor frescura y un carácter frutal, sin añadir los típicos sabores que aporta el roble. El resultado final es un producto ligero y de muy buena calidad.

Cemento

El cemento genera un ambiente caracterizado por la neutralidad, el cual tiene un cierto parecido con el del acero inoxidable. Sin embargo, en este caso, la porosidad del material provoca una ligera oxigenación, que resulta beneficiosa para los vinos. También modifica la textura al proporcionar una suavidad que es difícil obtener de otra manera.

Una de las formas en las que se crían los vinos es con huevos de cemento, aunque no representan una novedad. Este tipo de contenedor ya se utilizaba en el siglo XIX para efectuar la fermentación. Además, se recurre al hormigón por presentar una buena resistencia frente a la acidez del líquido.

Si te preguntas el porqué de recurrir a la forma ovalada propia de un huevo, la explicación es sencilla. Gracias a ella, se logra un movimiento constante del caldo, sin tener que utilizar bombas ni otros elementos. Así, poco a poco, los taninos se van puliendo en las paredes porosas y a una temperatura que es la misma en todos los puntos del recipiente.

Ánforas de barro

Antes de que se generalizara la barrica, las ánforas de barro eran los recipientes, por excelencia. Se usaron durante siglos no solo como elementos para la crianza, sino también como medios de almacenamiento y transporte. Y no pienses que esto se hacía fruto del azar, ya que el material confería unas características muy interesantes a los vinos. Por ejemplo, la oxigenación que consigue es similar a la del propio roble pero sin influenciar en el sabor.

El barro se ha vuelto a recuperar en alguna región vitícola (sobre todo, en las de países de clima cálido), pues la madera podría alterar demasiado, por el calor, la composición del líquido. También es interesante porque favorece una mayor evolución, sin llegar a modificar los aromas. Asimismo, se está experimentando con diferentes clases de tierra, con el fin de estudiar los efectos que pueden generar, lo cual es todo un ejemplo de innovación.

El vino no solo se cría en roble, pues existen otros materiales que confieren características igual de interesantes que las de la madera. Y, si quieres degustar los mejores ejemplares, en Viñedos de Camarena disponemos de una Denominación de Origen de primera: Méntrida. ¡No dudes en recorrer nuestro catálogo!